El despertar de las emociones

a través del sexo

                                

 

A través de nuestra sexualidad podemos adentrarnos en todas las emociones posibles, de la ternura más dulce y sutil hasta la explosión de dolor, ira y agresividad mas sorprendente; no solo para quien esté a nuestro lado sino sobre todo para uno mismo/a. La capacidad de conectar con el laberinto emocional que está oculto en nuestro interior nos lleva a adentrarnos en nuestros recuerdos olvidados, nuestras heridas de abandono o rechazo, daño físico, culpa, deseos no cumplidos, anhelos de infancia…, toda vivencia que se convirtió en experiencia de vida no digerida y que irrumpe al dejar penetrar en nosotros el poderoso efecto de ser tocados a través de un contacto suave o intenso ofrecido por la persona con quien compartimos un encuentro sexual.

 


La experiencia de una vivencia sexual con otra persona puede ser vivida de muchas maneras. A muchas personas les puede dejar indiferentes, en gestalt a ese estado le denominamos  desensibilización. En ocasiones hay personas que no sienten las sensaciones que su cuerpo emite al ser tocado, ni tampoco las emociones que les despierta, se dice entonces que está desensibilizada, como si su cuerpo estuviera anestesiado de modo que la sensación táctil no traspasara la epidermis. También puede suceder que la persona note las sensaciones pero no las identifique, no sepa asignarle una palabra con la que reconocerla, hablaríamos entonces de analfabetismo emocional. La persona en este caso siente pero no sabe lo que siente. Es como si el cuerpo levantara una especie de coraza protectora para que no seamos dañados, es uno de los mecanismos de defensa que suelen afectar a nuestra sexualidad y que nos impiden conectarnos con el disfrute y el goce que puede facilitar un buen contacto.



¿Qué nos llevaría a poder sentir y disfrutar de un encuentro sexual en pareja?. El poder estar conectados con nuestro cuerpo y con nuestro sentir emocional. Y desde ahí podernos encontrar con el cuerpo y el sentir emocional de la persona que nos acompaña. Cuando hacemos esto, no solo nos encontramos de una manera especial con nosotros mismos y con otros sino que es también un nuevo modo de abrirnos a la vida. Y de llenarnos al ofrecer y tomar  en una de las oportunidades que la vida nos ofrece, nuestra capacidad de sentir placer y estar en contacto con nuestro ser interior y a la vez con el interior de otro ser.

 


Abrirnos a la vida a través del sexo es posible, pues es justamente desde la confianza y entrega cuando abandonamos las ideas de la mente, dejamos de pensar y nos adentramos en el sentir de nuestro cuerpo y puede entonces emerger, con sorpresa para algunos, la necesidad de expandir la emoción. Y podemos encontramos llorando o riendo sin saber por qué (el proceso puede ser vivido totalmente inconsciente, de ahí la sorpresa) para acabar finalmente sonriendo al sentir que algo dentro se libera por fin, sale del cofre guardado desde tanto tiempo atrás y esa energía contenida es liberada como alegría o dolor dejándonos vacíos porque solo vaciándonos de las emociones enquistadas va a ser posible que nos llenemos de amor como fuerza vital y podamos así mismo recuperar nuestra esencia de poder perdida, liberar la contención. A veces son nuestros gritos los que arrancan las celdas  que aprisionaba nuestro deseo, otras veces serán nuestras lágrimas las que deshagan la coraza que oprimía nuestro corazón y otras veces son la convulsiones de nuestro cuerpo el que libera, descongela la capa de hielo que impedía que nuestra piel fuera atravesada por el amor y la pasión de otro cuerpo.

 


Hay distintos modos de experimentar el sexo. Los componentes de lo lúdico, lo lujurioso, el juego, el humor, la risa, la provocación nos llevaran a encontrarnos con una vivencia divertida, más o menos placentera.  La posibilidad de experimentar con nuestros estados internos emocionales, sensitivos, y de consciencia trascendente nos permitirá conectarnos con nuestro ser espiritual. Una experiencia sexual puede facilitarnos la conexión de la unicidad del ser con el universo, a través del estado alterado de conciencia  podemos experimentar  el sentido de  transcendencia, al impregnar de sagrado (en sentido transcendente) la vivencia sexual como un idóneo modo de unificar las estructuras del ser: cuerpo-mente-emoción-espíritu (otros lo llaman energía). Las cuatro se unen para elevarse a través de la conciencia plena y encontrarse con la experimentación de una dimensión trascendente.

 


Ese es el gran poder del sexo, el gran potencial del sexo. Solo la plenitud vivida desde la apertura de nuestro corazón a corazón, piel con piel, permitirá el encuentro de nuestras almas. Esta es la capacidad que nos diferencia a los seres humanos de los animales: el hacer posible en cada encuentro sexual el encuentro de dos cuerpos, dos corazones y dos almas. Cuando intercambiamos la energía sensual a través de nuestros sentidos, o la energía sexual a través de nuestros genitales, la energía vibrante que recorre nuestro cuerpo por la piel y por el interior como si fuera por la sangre expandiéndose por todo el cuerpo hace que emerga una consciencia que nos conecta con otro nivel de conciencia, algunos le llaman cósmica, universal, yo le llamo trascendente.

 


Descubrimos que el sexo es un don que la vida nos ofrece, que nuestra sexualidad está al servicio de la vida para ser vivida con la plenitud que nuestro ser merece. Desprenderse del pecado, del juicio de la moral que dicta lo que está bien y mal, soltar miedos y confiar. Confiar, pues solo la confianza permite la apertura de nuestro cuerpo, de nuestra piel, de nuestro corazón y de nuestra alma. Confiar, una vez mas pese a las heridas y pese al dolor sufrido. Confiar en que es una nueva oportunidad para sentir al ser que somos. Sentir al universo a través de la fusión de los cuerpos, de dos seres, de dos almas.

 


Hay distintos niveles de experimentar al otro ser: fantasearlo, sentirlo en la piel, sentirlo en las entrañas, en el corazón y en el alma. Transitar por cada uno de ellos es posible, depende únicamente de nosotros. De estar abiertos o cerrados a esa posibilidad.

 


Cuando en el encuentro con otro ser incorporamos todos estos elementos, la experiencia sentida traspasa el orgasmo, las emociones experimentadas durante un encuentro sexual nos adentran en un estado de disolución y liberación de nuestro ser, de fusión y unión con el otro. Nos adentran en una experiencia de vida extática en donde nuestro ser finito recorre la infinitud sensorial consciente y nos hace más plenos y más completos.