La terapia de pareja desde el enfoque gestáltico   “Mirar juntos”

Ponencia en mesa redonda en IV Jornadas de Puertas Abiertas "Gestalt, sanación y crecimiento" 

Escuela de Psicoterapia de Valencia 2014


Enamorarnos es algo que nos sucede.

Amar es algo que hemos de hacer que suceda.

 

 

El principio de crecimiento y desarrollo personal es un proceso que requiere una dedicación individual, es recorrer nuestro camino en la vida siendo conscientes de lo que necesitamos, deseamos, conseguimos, perdemos y renunciamos. Es lo que en gestalt se denomina tomar consciencia, el darse cuenta o awareness, es la ampliación de la conciencia. Y uno de los modos en que aprendemos todo esto es a partir de nuestras relaciones con los demás. Tras el primer vínculo que desarrollamos en nuestra vida, el vínculo con nuestros padres y nuestra familia; el siguiente vínculo en importancia que nos marca y determina nuestro estar en el mundo es el que creamos en nuestras relaciones de pareja. Por el peso y la trascendencia que tiene en nosotros, la pareja es uno de nuestros mejores maestros para descubrir y aprender aquello que necesitamos desarrollar en nosotros.

 

La gestalt nos va a facilitar mirar nuestra relación de pareja a partir de cómo yo funciono en la vida y en la relación, y también a partir de cómo funciona mi pareja. Y ello supondrá mirar algunos aspectos de nuestro proceder, nuestro pensar y nuestro sentir individual. Y al mismo tiempo mirar juntos la relación que hemos creado, determinar lo que es válido para ambos tal y como está, reconocerlo, valorarlo y mantenerlo. Determinar lo que en este momento crea insatisfacción en uno de los dos o en ambos y juntos revisar la dinámica de relación, y las necesidades de cada uno y crear un espacio de encuentro que permita determinar lo que finalmente sea lo mas saludable para ambos. Y esto, unas veces, llevará a seguir juntos y, otras veces, a poner fin a la relación.

 


Uno de los principios básicos de la gestalt es lo que se denomina la autorregulación organísmica, que viene a decir que el organismo es capaz de encontrar el modo de crecer y cambiar, de conocer y desarrollar las potencialidades del ser. De igual modo, podemos desarrollar con nuestra pareja esa misma capacidad para obtener lo que necesitamos. Cada pareja puede buscar y encontrar su propio modo de recuperar el equilibrio perdido y una nueva y mas armónica manera de relacionarse y nutrirse en la relación. Para ello será necesario mirar juntos con disposición para revisar, expresar, escuchar y atender lo que cada uno necesita. Estar dispuestos a renunciar a lo que la otra persona no nos va a proporcionar y que tendrá que ver mas con nuestras expectativas y carencias no satisfechas a lo largo de nuestra historia vital. También estar dispuestos a mirar nuestra propia sombra, aquello que nos acompaña posiblemente largo tiempo y de lo que no nos hayamos ocupado todavía. Aquellos modos, maneras y comportamientos que justamente en la convivencia en pareja se hacen evidentes como fuente generadora de conflictos. Y es entonces cuando podremos convertirlo en una buena posibilidad para revisar y transformar algún aspecto de nosotros mismos: ver una limitación que nos ayudará a saber lo que podemos y no podemos manejar, un temor que nos frena, una carencia no satisfecha. En definitiva, aquello que nos hace sentirnos vulnerables y frágiles y que nos impide mostrarnos tal y como somos o aceptarnos tal y como somos. Precisamente porque la relación de pareja nos muestra el efecto de espejo, y nos presenta lo que necesitamos ver, hemos de tomarla como la mejor de las oportunidades para mejorar y desarrollarnos como el ser que somos.

 


Desde esta perspectiva estaríamos hablando entonces, de otro de los aspectos que definen la gestalt y es la importancia de resolver los asuntos inconclusos. En ocasiones lo que puede estar interfiriendo y dificultando el fluir natural en la relación tenga que ver con acontecimientos de nuestra vida anterior a la pareja, nuestra relación con la familia de origen y mas concretamente con nuestros padres, hermanos o miembros con los que mantengamos una relación especial. Desde el sentido de pertenencia que nos vincula  a ellos, cualquier conflicto no resuelto, va a perturbar nuestra disposición para vivir y tomar el bienestar que nos proporcione la pareja actual. Sentirnos reconciliados con los nuestros es una especie de requisito previo que nos proporciona la serenidad, la alegría y la fuerza que nos impulsa y facilita nuestra plena disposición para la pareja. Reconciliarnos no significa necesariamente llevarnos bien, lamentablemente no siempre es posible esta opción, me refiero mas bien al hecho de aceptar lo sucedido, renunciando al anhelo infantil de que sea de otro modo,  ubicarnos en ese punto en que puedo mirar y abrazar lo que fue, asintiendo a lo que es, tomando y dejando lo que se necesite. Cerrar la herida, sanar la herida hasta donde sea posible ser sanada.



En otras ocasiones, en cambio, los asuntos inconclusos pueden suponer el “soltar” (como movimiento de desprenderse desde lo emocional) alguna relación anterior de pareja que todavía dificulta la apertura plena y la entrega a una nueva relación a uno de los cónyuges. Y será necesario dedicar un tiempo  a averiguar aquello que no fue expresado, que necesitemos volver a mirar y reentender de la otra persona o de nosotros mismos, que podamos comprender, perdonar, aprender, para finalmente poder cerrar y reconciliarnos con esa persona hasta donde nos sea también posible. Yo soy partidaria de tratar este tema de manera individual solo con la persona implicada, pues pertenece al ámbito de la esfera privada personal. Aunque cada persona es libre de elegir trabajarlo en presencia de la pareja actual.

 


Otro de los aspectos que pueden ser abordados en la terapia en pareja es el de facilitar a los cónyuges la manera de recuperar lo perdido en el camino. Lo que les unió y que olvidaron o desatendieron en algún momento del recorrido; debido quizás a los múltiples quehaceres que van surgiendo en la convivencia y que no siempre es fácil conciliar como la dedicación a los hijos, tratar de seguir siendo eficaces y resolutivos trabajadores, atender las ocupaciones propias de las ingratas tareas domesticas, atender a familiares que requieran atención o cuidado, mantener los espacios con los amigos…, y los mil y un aconteceres que surgen en el día a día. Recuperar lo perdido para cada pareja tendrá un significado diferente, pero en cualquier caso estará relacionado con aquello que se ha dejado de hacer y disfrutar, bien individualmente o en pareja.



En este sentido es interesante contemplar en la terapia  como la pareja maneja los espacios compartidos y los no compartidos, ya sean vividos en soledad o con otras personas, amigos o compañeros de aficiones por ejemplo. Muchas veces no resulta fácil compaginar un espacio personal de salud, de placer, de vida, con un espacio común en la pareja, sin invadir el espacio del otro ni dejarse invadir. Desde el sentido de libertad que todo ser humano requiere para decidir que hacer en su vida, que le llena y satisface, podrá elegir aquello que desee llevar a cabo, al tiempo que se ha de encontrar el modo de compatibilizar con el espacio compartido en pareja que nutra la relación. Encontrar el punto de equilibrio es otro de los retos de aprendizaje que la vida en pareja proporciona.



Por eso vivir en pareja supone incluir en nuestras vidas buenas dosis de creatividad en la pareja. La creatividad entendida aquí como la capacidad para irnos adaptando a las diferentes situaciones que discurren en nuestra vida individual y compartida. Mantener el espacio de reflexión conjunta que permita descubrir las necesidades propias y conjuntas. Crear espacios de  intimidad que nutran nuestra alma. Y encontrar modos nuevos de acercarnos a lo que nos duele, a detectar nuestros puntos ciegos o aquello que no deseamos mirar y que nuestra pareja nos muestra delante y que necesariamente hemos de abordar si deseamos crecer internamente y convertirnos en mejores personas día a día.

 


Estar en pareja desde otro de los principios básicos de la gestalt, el aquí y ahora, llevará a sus miembros a conectar con la capacidad de tomar lo que hay, disfrutar o dolerse en lo que la vida nos muestra en este momento. Encontrar el modo de amar lo que es, a través de estar dispuestos a amar al otro-a y a amarnos a nosotros mismos.

 


Ahora se habla mucho del apego, de explicar y entender nuestra manera de comportarnos a partir de las relaciones de apego que establecimos en su momento con las figuras adultas que nos atendieron y cuidaron en un primer momento al inicio de nuestra vida. Y según fuera esta atención y cuidado determinamos nuestra manera de relacionarnos en nuestra adultez. Pues esto mismo se da en las relaciones de pareja. A partir de como creamos el vínculo con nuestros cuidadores, padres o sustitutos  vamos a poder crear nuestro vínculo emocional con la pareja. La pareja no  nos va a ofrecer  lo que no nos fue dado en un tiempo atrás, pero si vamos a esperar nutrirnos y alimentarnos desde los que afectivamente pueda aportarnos nuestra relación de pareja.

 


Esto no fue así en épocas anteriores, la relación de pareja era entonces un vínculo social mas que afectivo, las uniones se establecían por intereses socio-económicos, para tener hijos y dar continuidad al patrimonio familiar. También actualmente se mantiene este interés en muchas de las relaciones de pareja que se establecen, aunque no sea el único, como lo es la necesidad de compañía. El vínculo afectivo tal y como lo contemplamos en nuestras relaciones de pareja actuales, aparece en nuestra historia mas reciente, en los últimos siglos de nuestra sociedad occidental. Hasta llegar al momento presente cuya expectativa en la pareja es la de esperar nutrirnos de amor, y como no aprendamos a cultivar modos nuevos de expresión emocional viviremos en una permanente insatisfacción en pareja.

 


Porque si hay algo importante en toda relación de pareja es la necesidad que todos tenemos de presencia emocional, es decir, de sentir al otro cerca, sobre todo en los momentos difíciles. Y en aquellas ocasiones en las que no sucede, por diferentes y variados motivos, bien porque la otra persona no está disponible y su energía está ocupada en recuperarse de un duelo doloroso, de atender otras ocupaciones como el trabajo, el cuidado a los hijos, personas mayores..., o porque simplemente no se da cuenta de la necesidad de su pareja. Y esto va a producir una herida que acabará provocando un distanciamiento emocional y finalmente aparecerán los conflictos en la comunicación.

 

 

Y al final de todo proceso de terapia cuando las parejas consiguen mirarse y mirar juntos, aparece siempre el mismo anhelo, la misma necesidad, fuera el que fuese el conflicto que les trajera a terapia, ambos coinciden en su deseo hacia el otro:

 


"Deseo que me abraces, que me toques

y me digas que te importo.

Mi deseo es que estés a mi lado.

Es todo cuanto necesito".


 

Saber estar presente para el otro, sin agobiar ni pretender que nos de lo que no puede ofrecernos. Y ofreciendo lo suficiente como para que el otro nos sienta presentes. Ese equilibrio entre dar y recibir estando presentes el uno para el otro, junto al saber escuchar y pedir, expresar lo que necesito y escuchar lo que tu necesitas.

 

Eso, dicho así, parece sencillo de conseguir. Esto, tan sencillo y a la vez  tan difícil de alcanzar, es la llave para una estable, nutritiva y enriquecedora relación de pareja.

 

Bueno quizás se necesite alguna cosilla más... pero ello podrá ser abordado en otro momento, por ahora es suficiente.