Las Fantasías Sexuales: la erótica prohibida y deseada


Resumen:

Comprender la profundidad y riqueza de nuestra imaginación erótica, y reflexionar sobre nuestras fantasías sexuales es uno de los temas en los que conviene detenernos cuando miramos nuestra sexualidad. Es también uno de los aspectos importantes a considerar en todo proceso terapéutico en que se trate cualquier dificultad sexual planteada en terapia individual o en pareja.

Este artículo aborda las fantasías sexuales como un elemento para potenciar y mejorar nuestra sexualidad, y un buen modo de tratar los conflictos y las confusiones de orden sexual.

Palabras clave: fantasías sexuales, erotismo, expresión de sentimientos, creatividad, imaginación y límites.

Hasta hace poco tiempo (y aun hoy día para algunas personas), las fantasías sexuales tenían mala fama, el cristianismo las vio como un pecado, la psiquiatría como una perversión limitada a personas insatisfechas e inmaduras; y ahora las vemos, (o ¿habría que decir empezamos a verlas?) como un componente natural de una saludable vida adulta.             Cuando nos preguntamos por el origen de las fantasías sexuales, descubrimos que la capacidad de fantasear y jugar es inherente al ser humano; y por tanto, ¿por qué no ha de estar presente junto a las sensaciones placenteras vividas en la niñez, el deseo imaginado de tocar y ser tocados hasta donde nuestra propia imaginación nos permita aventurarnos?. 

Este aprendizaje que puede iniciarse en la infancia, si es vivido como algo natural puede acompañarnos en el desarrollo de nuestra sexualidad a lo largo de nuestra vida. En ocasiones, como así me relatan muchas personas cuando hablan de su biografía sexual, el tabú y la represión de la educación sexual recibida también alcanza a las fantasías sexuales. Con la adultez nos convertimos en personas serias, y si es posible crear un puente hacia la niñez sin inhibiciones ni juicios es, justamente, a través de nuestro cuerpo, cuando hacemos el amor. La fantasía permite fomentar esa actitud juguetona con uno mismo y con el otro ya sea en la alcoba o fuera de ella. Es una excelente manera de seducirse a sí mismo. Puesto que el sexo es algo placentero, tentador y no obligatorio, las fantasías pueden ser un buen estímulo para contribuir a vivir el goce que nuestra imaginación nos aporta.

Comprender la profundidad y riqueza de nuestra imaginación erótica, qué son y para qué sirven las fantasías eróticas es una pregunta en la que conviene detenernos cuando miramos nuestra sexualidad. Y por supuesto, es uno de los aspectos importantes a considerar en cualquier proceso terapéutico donde se aborde la sexualidad tanto en la terapia individual como en pareja.

La fantasía es un poderoso recurso imaginativo que podemos cultivar solos o en pareja; sirve para conocernos más y podemos incorporarlo como uno de los estímulos sexuales que potencian nuestra erótica. La capacidad de ir a cualquier lugar y hacer aquello que deseemos y con quien deseemos, gracias a nuestra imaginación, es una expresión de nuestra libertad individual y nuestra capacidad creativa. Nos ayuda a trascender la realidad, incrementa la confianza en nosotros mismos, proporciona una válvula de escape a nuestros sentimientos reprimidos, y es un poderoso antídoto para no perder el deseo sexual o para despertarlo.

Podríamos decir que las fantasías tienen “propiedades mágicas” en tanto que podemos volver atrás en el tiempo, ser mas jóvenes, como no somos ni volveremos a ser: perfectos, fuertes y hermosos. A través de ellas podemos repararnos, resarcirnos y transformarnos. Mediante ellas combinamos nuestra historia personal con la imaginación colectiva; pues cada cultura utiliza estímulos y prohibiciones distintas para expresar lo sensual y lo sexual. También nos permiten deshacernos de los límites de nuestra conciencia, de nuestra cultura y de nuestra imagen de nosotros mismos.

En nuestra sociedad no se nos enseña a hablar de sexualidad y contamos con una larga tradición de tabúes y prohibiciones sexuales, por ello la fantasía puede ser un buena herramienta al abordar los conflictos y las confusiones de orden sexual.

Algunas de las funciones de las fantasías sexuales son:

Una forma de expresar nuestros deseos sexuales y generar o potenciar la excitación: en muchas ocasiones pueden servir para iniciar o

incrementar nuestra excitación sexual. Bien para acompañar e impulsar el placer experimentado durante la masturbación o para poner en marcha la expresión amorosa en pareja. Otras personas se valen de sus fantasías favoritas como impulso para alcanzar el orgasmo.

Una forma de expresar la insatisfacción: La fantasía puede ser el modo de compensar una realidad que no es grata o que está falta del elemento que desarrolla la fantasía. Por ej. si el compañero/a no aprueba el sexo oral se puede fantasear sobre ello.

Una forma de expresar los sentimientos presentes o pasados como el miedo, la agresividad, la dependencia... que en alguna medida rechazamos en nosotros. Aunque la fantasía tenga un contenido erótico, puede ser también una buena manera de liberar una determinada emoción.

Excitación sin riesgo: La imaginación al ser algo privado y exclusivo de cada persona garantiza la seguridad del riesgo que estemos dispuestos a correr en nuestra mente. Al colocar una máscara de ficción nos eximimos de toda responsabilidad, al tiempo que somos nosotros mismos quienes decidimos lo que incluir o abordar en nuestra fantasía traspasando cualquier límite que nuestro atrevimiento nos permita.

 Alivio de la ansiedad o culpa: las fantasías pueden también servir para compensar las necesidades o carencias que nos turben o como escape para descargar tensiones internas.

 Un ensayo controlado: la fantasía permite en muchas ocasiones anticiparse a una situación que se espera con entusiasmo y ayuda a prepararse sobre como comportarse o prever posibles dificultades. Esta función se da con mas frecuencia en adolescentes o personas con escasa experiencia sexual y ofrece alivio y seguridad aunque el ensayo imaginado difiera de la realidad cuando la fantasía es llevada a la práctica.


Contenido de las Fantasías Sexuales

Las fantasías pueden incluir cualquier clase de actividad mental que genere deseo e intensifique el entusiasmo. Pueden ser pensamientos elaborados, imágenes o sensaciones sensuales, cualquier cosa puede infiltrarse en nuestra imaginación erótica: recuerdos, olores, sonidos, palabras, texturas, momentos del día... todo puede ser considerado fantasía si pone en movimiento la rueda del deseo. La amplitud de las imágenes eróticas apenas tiene límites, solo aquellos que cada cual le adjudiquemos. Entre los temas mas frecuentes nos encontramos:

La experimentación: el visualizar situaciones nunca antes probadas en la vida real como mantener relaciones sexuales en un lugar público, siendo observados, ejercer la prostitución, etc...

 La conquista: en la que la persona ejerce su poder o autoridad determinando las acciones a realizar.

 El cambio de pareja: con algún conocido que resulte deseable, amiga, vecino, profesora, dependiente, actriz... o personaje ideal inventado.

 Sexualidad en grupo: con todas las variantes que nos sea posible y deseable imaginar, incluyendo las relaciones heterosexuales, homosexuales o bisexuales.

 Violación: hay diversas interpretaciones en relación a la elección de esta fantasía; una el que pueda confirmar a ciertas personas su deseo de ser sexualmente pasivas, otra el hecho de que al ser vista como “víctima” la persona se siente exenta de toda responsabilidad por el disfrute del sexo, y una última interpretación explicaría esta fantasía apelando al hecho de que en el caso de las mujeres, la agresividad femenina está tan reprimida en nuestra cultura que es liberada trasladándola al violador.

 Voyerismo: imaginar escenas en donde se contempla a otros realizando actividades sexuales diversas.

 Encuentros idílicos: conocer a un extraño en condiciones ideales y paradisíacas en donde la fuerte atracción es tan rápida como la separación, también se caracteriza por la garantía de satisfacción y ausencia de compromiso una vez culminado el deseo.

 Sadomasoquismo: infligir dolor o recibirlo puede ser un intenso estímulo sexual para algunas personas.

La fantasía tiene un potencial de creatividad en el que la persona inspirada en anteriores experiencias sexuales, o explorando en su propia curiosidad, transforma su memoria, remodela las vivencias vividas y las combina con nuevas formas; en las fantasías no tiene porque haber confusión, cansancio, temor o imperfecciones sino decisión, pasión, entrega, plenitud, morbo... cualquier emoción que se desee sentir puede ser evocada a través del sentir de los protagonistas, el/ella es quien dirige cómo y de qué modo se comportará su amante: silencioso y pasivo... apasionada y decidida...

Hay personas a las que les puede generar culpa tener fantasías con alguien distinto mientras se encuentran haciendo el amor con su pareja, y pueden vivenciarlo como una señal de infidelidad. Pero del mismo modo que podemos reconocer que nos atrae un hombre o una mujer en un momento dado y no por ello nos cuestionamos nuestra relación de pareja, hemos de saber que es mucho mas frecuente de lo que creemos el fantasear con otra persona conocida o desconocida y darle el carácter de naturalidad que se merece toda fantasía.

Del mismo modo que existe la falsa creencia de que los hombres tienen más deseo sexual que las mujeres, también se puede pensar que los hombres fantasean más que las mujeres, los numerosos estudios realizados en la últimas décadas revelan que tanto unos como otras suelen tener fantasías sexuales, y no existen evidencias de que su contenido conlleve diferencias sustanciales.


La fantasía como realidad.

En ocasiones en las fantasías llevamos a cabo lo que no nos atrevemos a hacer en la realidad. Y el hecho de que disfrutemos de una fantasía no significa que deseemos llevar a la práctica todo lo que nuestra mente inventa.

Si bien son muchas las personas que aseguran no tener el menor deseo de transformar en realidad sus fantasías sexuales, otras en cambio sí las llevan a cabo aunque la escenificación se asemeje de forma más o menos variable, sin llegar a hacerse realidad con la misma exactitud; ello conlleva poco o nulo riesgo, pero en ocasiones esto mismo, resulta menos gratificante que la fantaseada ficción, al ser sólo una parte de la representación mental. A menudo, el resultado está por debajo de lo esperado, y la fantasía cuando se traslada a una situación real no muestra los goces anticipados y puede convertirse en una experiencia decepcionante, carente de estímulo e incluso desagradable al perder todo su valor erótico.

Para otros, en cambio, el resultado puede ser mas satisfactorio de lo esperado. Los efectos impredecibles de hacer realidad una fantasía sexual pueden variar de persona a persona y de momento a momento.


Fantasías y valores sexuales.

Una cosa son nuestros valores sexuales y personales y otra nuestras fantasías, y ambos pueden ser coincidentes o diferentes. Una cosa es imaginarse un héroe de guerra y otra desear ir al combate; imaginar que tienes a tu disposición los más sabrosos y ricos manjares y otra, que realmente te lo comas todo aunque esté a tu alcance. El desarrollar nuestra imaginación no es señal de que haya una disfunción sexual o problema psicológico detrás. Algunas de nuestras fantasías se pueden oponer a nuestras creencias y escalas de valores, pero como se trata de escenas imaginadas, nos las permitimos.

A veces hay ciertas fantasías que no nos permitimos ni siquiera imaginar. Las fantasías implican ficción, una simulación, una actuación, no han de reflejar el deseo de algo real, igual que los sueños u obras de arte son mucho más que lo que parecen ser. Las fantasías sexuales son complejas creaciones psíquicas, cuyos contenidos simbólicos no deben traducirse literalmente.

Uno de los aspectos a considerar en la pareja es el compartir la fantasía. Si bien puede resultar un elemento más de comunicación entre ambos, hay ciertos riesgos que han de ser tenidos en cuenta; por ej. que la fantasía pierda su valor erótico al ser contada, o que la pareja, no reaccione según nuestra expectativa.

Algunas parejas encienden el erotismo al contarse sus fantasías o al representarlas; puede ser divertido, y les permite mostrarse y sentir de manera novedosa. Cualquier tipo de fantasía puede ser jugada y vivida por una pareja, siempre que ambos estén de acuerdo, lo deseen y sea placentero para ellos. Pero la revelación no es necesaria ni elegida siempre por la pareja. En la fantasía compartida, se ha de tener presente un límite: la aceptación del otro/a; se trata de jugar y no de imponer. Entrar en el espacio mental erótico de los demás requiere un esfuerzo de comprensión y empatía hacia lo que pertenece al otro. ¿Estamos realmente preparados para escuchar ciertas fantasías que pueda imaginar nuestra pareja sin inquietarnos o perturbarnos?. Conviene saber qué límites podemos traspasar y cuáles no.


Tipos de Fantasías:

Las fantasías pueden incluir imágenes claras y concretas o elementos abstractos y evocadores.

 Las Fantasías Espontáneas; surgen inconscientemente y no interviene nuestra voluntad. Por ej. la evocación de una imagen al escuchar una canción.

 Las Fantasías Voluntarias: las elaboramos de manera consciente y decidimos imaginarlas porque nos erotizan.

Podemos distinguir:

o Recordar alguna escena vivida antes, con las variaciones que la persona desee introducir.

o La creación de una escena no vivida y que apetecería experimentarse en la realidad.

o La creación de una escena no vivida y que no se desea hacer realidad; bien porque choca con nuestro sistema de valores, como antes se ha mencionado, bien porque no lo consideramos apropiado. Ej. escenas de zoofilia, de fuerza...o por la imposibilidad de llevarse a cabo aunque quisiéramos, como el hacer el amor en el espacio (de momento y que sepamos).


Fantasías con contenido sexual: que pueden abarcar distintos elementos eróticos más sensitivos, desde miradas sensuales, hasta una relación mas genital.

Fantasías sin contenido sexual explícito como el fetichismo en donde una prenda u objeto determinado puede adquirir un valor erógeno.

Las fantasías experimentadas entre heterosexuales y homosexuales suelen presentar bastante similitud. Muchas veces los heterosexuales imaginan relaciones con personas del mismo sexo, y los homosexuales fantasean escenas heterosexuales.

Del mismo modo, las fantasías imaginadas por los hombres y por las mujeres tienen mas similitudes que diferencias. De los distintos estudios consultados se desprende que tanto en hombres como en mujeres, las fantasías son más frecuentes durante la masturbación que durante el coito. Alrededor del 70 % de varones y de mujeres recurren a fantasías para aumentar la excitación sexual.

Cuando aceptemos nuestra sexualidad como una dimensión a cultivar, mas fácilmente se irán introduciendo las fantasías en nuestro erotismo.

Podemos vernos como irresistibles y ver a la pareja como insaciable. La fantasía expresa el problema y facilita la solución.

El miedo puede llegar a transformarse en descaro. La fantasía es un mapa del deseo, la ruta para atravesar la ansiedad, la culpa y la inhibición. Es una labor de conciencia pues responde a nuestras presiones inconscientes.

En palabras de Eshter Pere “Lo fascinante es que aún siendo extrañas e incomprensibles, cada una nos brinda una imagen consistente con la personalidad de quien la inventó, aunque crea que se trata de un capricho del momento”. Las paradojas simbólicas de nuestras fantasías también nos revelan nuestras profundidades: nos muestran tal y como somos y expresan nuestros deseos más profundos.

Somos reticentes a compartirlas por vergüenza, al no hablar de ello con nadie, al no saber que piensan los demás, no tenemos referente más allá de nuestras fantasías, y nos preguntamos si somos normales o no, tenemos miedo a ser diferentes y pervertidos. En nuestra geografía erótica interior todos tenemos lugares preferidos, pero a veces hemos de eludir al perro guardián de nuestra conciencia, para llegar hasta allí. A menudo lo que nos excita choca con la imagen de nosotros o nuestras convicciones morales e ideológicas, la feminista que ansia ser dominada, el suave y sensual contacto con el bebé... Cuanto más nos incomoda nuestra imaginación más culpa y vergüenza sentimos y más poderosos son nuestros censores interiores. La imaginación erótica se alimenta de “sentimientos incorrectos”: agresividad, lujuria ciega, necesidades infantiles, poder, venganza, egoísmo y celos... las reglas del decoro se ponen patas arriba y se pisotean, se cruzan las fronteras prohibidas, se invierten los roles de sexo, los desequilibrios de poder se reinterpretan; todo para alcanzar una mayor excitación sexual. Las fantasías nos permiten traspasar las restricciones morales y psicológicas de la vida cotidiana.

Darle voz a nuestras fantasías puede liberarnos de los obstáculos sociales y personales entre nosotros y el placer. El comprender lo que nuestras fantasías hacen por nosotros nos ayudará a entender que es lo que buscamos, tanto sexual como emocionalmente. Por ello en la intervención terapéutica hemos de invitar a la persona a que reflexione y revise sus creencias, actitudes y disposición ante su fantasear erótico. En nuestras ensoñaciones eróticas encontramos la energía que nos ayuda a mantenernos apasionadamente conscientes de nuestra propia sexualidad.

La sombra de la fantasía sexual Una reflexión sobre lo que representa la fantasía sexual en la vivencia de la sexualidad de la persona, también nos lleva a contemplar sus posibles aspectos sombríos. Cuando la fantasía es considerada como un modo de eludir el contacto directo, la vivencia experiencial con uno mismo o con otra persona, estaríamos hablando de la ganancia secundaria que puede conllevar la fantasía implícitamente. En ocasiones nos podemos encontrar con personas que recurren a refugiarse en su imaginación como modo de eludir lo que verdaderamente temen: el contacto directo, la experiencia real en el encuentro con otro cuerpo, con otra persona. Y es entonces cuando el significado de la fantasía erótica no trata de la búsqueda de placer, y deja de ser un estímulo para convertirse en la única forma, limitada entonces, de vivir la propia sexualidad.


Rosa Martínez Sanz


Bibliografía consultada:

Psicoerotismo masculino y femenino. Fina Sanz Ed. Kairos 1990

La sexualidad humana vol. 2 Masters y Johnson, y Kolodny Ed. Grijalbo 1987

Inteligencia Erótica. Esther Perel Ed. Temas de Hoy 2007

Nancy Friday: Mi jardín secreto Ediciones B 1993

Sexo Varón Ed. Argos Vergara 1981

Mujeres Arriba Ediciones B 1992

Wendy Maltz y Suszie Boss El mundo íntimo de las fantasías sexuales femeninas. Editorial Paidós 1998